Autor: Jacob y Wilhelm Grimm
Ilustrador: Lorenzo Mattotti
Editorial: Libros del Zorro Rojo
Recomendado para: Primeros lectores.
Libro ilustrado
En La gran matanza de gatos, Robert Darnton realiza un hermoso
análisis del origen de Los cuentos de
mamá gansa y, en especial de, Caperucita roja. Su trabajo acerca de
los cuentos de hadas revive una época brutal a la que hemos rodeado de magia,
la Francia –la Europa entera- del siglo XVII. Los personajes de los cuentos de
hadas, no son aquellas figuras de glamour edulcoradas por Disney, son la
representación del dolor, del hambre, de la miseria y de una pequeña pero firme
gota de esperanza.
Los campesinos de las épocas
feudales sólo podían tener un destino, la miseria y la muerte. Pero las
historias que se contaban, hablaban de campesinos y princesas, de hermanastras
y doncellas, de príncipes harapientos, del justo recompensado, de gatos que
acompañaban a los más pequeños e inútiles de los hermanos. Al final, en medio
de la noche, cuando el viento soplaba y los lobos bajaban al corazón de los
pueblos –con el perdón de Pratchett- se contaban las historias maravillosas que
hacían encender en sus corazones un pequeño rayo de esperanza. Historias como
las de Hansel y Gretel.
Para nosotros no se trata de una historia
nueva. Tenemos en nuestro recuerdo los guijarros blancos, las migas de pan, la
crueldad de la madrastra, la soledad en el bosque, el hambre y el frío.
Recordamos, y nos llenamos de ilusión, cuando ante los ojos de los dos hermanos
se abre una pequeña casa toda de bizcocho y chocolate y dulces y nueces. Una
casa que niega el hambre (se habrán dado cuenta que la palabra clave es hambre),
prometiendo calor y afecto. Todos sabemos que la amable anciana es una bruja
que quiere comerse a Hansel y Gretel, aunque por un momento quisiéramos que
fuese diferente. Al final, por supuesto, muy al final, la malvada hermanastra
muere y los hermanos vuelven con el padre débil pero amoroso, los bolsillos
llenos de gemas, los bolsillos llenos de tesoros.
Esta edición de los Libros del zorro rojo tiene un atractivo
adicional, una ilustraciones de trazos fuertes, gruesos y expresivos; las
ilustraciones de Mattotti, que llenan de nueva vida este clásico de literatura
infantil. El ilustrador juega tan sólo con el blanco y el negro, significando
quizás, que se trata de una historia maniquea como todos los cuentos de hadas;
que quizás al final todas las criaturas tienen una esencia tan oscura como el
carboncillo que iluminan estas ilustraciones. Mattotti conforma así un relato
robusto, lleno de peligros detrás de cada línea, de cada matiz, de cada sombra
chinesca que resulta ser tan sólo un par de hermanos tomados de las manos,
perdidos en el bosque.
lindo el artículo.
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