Autor e
ilustrador: Lane Smith
Editorial:
Océano – Travesía
Recomendado
para: Primeros lectores
Libro
informativo
Una de las
funciones básicas de los libros en los primeros años es informar acerca del
entorno inmediato con el que interactúa el lector. Así encontramos libros que hablan sobre los
colores, la necesidad de aprender a usar la bacinica, los amigos, el día, la
noche, cómo vestirnos, etc, etc, etc. La mayor parte de estos libros se sitúan
en el orden de lo informativo y se emplean para brindar a los lectores en
formación datos elementales acerca de lo que se supone ya sabemos de la vida.
Uno de esos
elementos cotidianos a los que no se le pensaba necesario dar un manual de
instrucciones, era sin lugar a dudas, el libro. En primer lugar porque era algo
que se podía aprender a manejar según la instrucción y el ejemplo. En segundo lugar
porque no había nada para competir con él. Hoy, que ya nos insertamos chips que
nos ayudan a procesar la información directamente en la cabeza (http://tecnologia.elpais.com/tecnologia/2012/01/17/actualidad/1326803391_782100.html),
que existe la superautopista de la información, que cualquiera puede ser autor
con sólo ingresar sus datos en la web, que podemos conocer, dialogar, comprar,
dar nuestra opinión a cualquier persona en cualquier parte del mundo; entonces
hoy, se hace necesario un libro como este.
¡Es un libro! Desarrolla un diálogo
entre Mono y Asno, donde el primero le informa al segundo todo lo que un libro
no hace, donde se hace evidente que la mayor parte de los adultos en formación
consideran a los libros como objetos pasivos y aislados que no tienen mucho
para ofrecer. La tarea de Mono, es precisamente, a través de su rol como
objetor, la de seducir a Asno con un objeto que no sirve como blog, que no
tiene ratón ni twittea ni hace sonidos ni contiene explosiones ni funciona para
chatear. Finalmente lo hace, muy a su pesar, aunque algunas respuestas se
quedan cortas en contundencia.
Más allá de su
función informativa ¡Es un libro! Me recordó
aquella anécdota que contaba Borges sobre su niñez, acerca de la maravilla que
le inspiraba el hecho que durante la noche las letras de las páginas no se
mezclaran y que una y otra y otra vez al abrirlo, un libro dijera exactamente
lo mismo.
Aunque nos desespere y creamos que las cosas
son muy diferentes, a pesar de sus múltiples demandas y exigencias, esa misma
maravilla que asaltó a Borges en su niñez, es la que asalta al Asno de este
libro.
Sus respuestas sí me parecen contundentes. Olvidaste decir que es un libro divertido.
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