Lo que no tiene nombre




Autora: Piedad Bonnett
Editorial: Alfaguara
Recomendado para: jóvenes lectores.
Memorias

El loco ha tenido una consideración social ambivalente a lo largo de la historia, se le ha revestido de un doble carácter de enfermedad y gloria. En los inicios de la civilización se consideraba al loco como aquel que había sido tocado por los dioses, en tanto en la Edad Media, se le embarcaba en medio de lagos ríos o de la mar, en espera de que pudiera curarse por sí mismo, o al menos se alejará de la sociedad.
En nuestro desarrollo la misma palabra tiene diversas acepciones, las más de ellas, dotan al afectado de una condición de despreocupación y aún de libertad. Ese es mucho loco, decimos cuando alguien desafía las convenciones sociales. De músico, poeta y loco, todos tenemos un poco, reza el dicho popular.  Un loco insigne, se dice del quijote. Pero nadie, cuando lo afirma, parece entender todo el sufrimiento que tal condición encierra.
La historia de la locura en la literatura no es nueva, atraviesa a Shakespeare y a Cervantes, a Laura Restrepo y a Baricco, a los ingleses tanto como a los latinoamericanos.
Sin embargo Lo que no tiene nombre no es literatura propiamente dicha, no en el sentido ficcional de la palabra aunque cada palabra de la obra esté llena de múltiples significaciones y sentidos. Lo que no tiene nombre es ante todo un canto desgarrador de una madre hacia su hijo, con todo el dolor de la incomprensión y el deseo de proteger lo que se ama. Durante la obra Bonnet construye hipótesis razonables, reconstruye a su hijo al tiempo que responsabiliza a los médicos psicólogos y psiquiatras, de alguna manera, por lo que sucedió a su hijo. A los primeros por haber medicado una droga peligrosa que pudo haber iniciado la esquizofrenia en su hijo; a los otros, los responsables de la salud mental, por su apatía, indiferencia y ligereza en diversas ocasiones.
La psicología ha luchado por ser una ciencia durante toda su existencia. Sin embargo sólo alcanza el estatus, en muchas ocasiones, de ser una disciplina falible ante los ojos de la sociedad. Esta suele olvidar que las llamadas ciencias exactas, como la matemática o la física, también pueden hallar multiplicidad de ocasiones en que las respuestas varían aunque las condiciones parezcan ser las mismas. Según la geometría no euclidiana, el camino más rápido para ir de A a B puede ser una curva. En esta misma línea de ideas, lo que llamamos esquizofrenia puede ser un conjunto de síntomas originado por diversas situaciones, en donde la disposición genética es sólo uno de los elementos que entran en juego. El equilibrio de la salud mental, olvidamos con frecuencia, puede ser tan frágil como el de la salud física. Es necesario, como nos recuerda Bukowski, tan sólo el rompimiento del cordón de un zapato para ponernos fuera de sí.  
Lo que no tiene nombre es el retrato valiente de un hombre, o mejor, del sufrimiento de un hombre, reconstruido desde el punto de vista de su madre. Esta reconstrucción atraviesa lo literario, por supuesto, y nos toca y nos conduele. No es un libro, en su sentido exacto, es un desgarramiento que se traviesa con un nudo en la garganta.

Para los interesados en conseguirlo, pueden hacerlo practicamente en cualquier librería, puesto que se trata de una novedad editorial. 

Comentarios

  1. De todas las reseñas que se han escrito sobre este libro, esta es la mejor.

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