Autor e ilustrador: Edward Gorey
Editorial: Valdemar
Recomendado para: Jóvenes
lectores
Antología – Libro álbum
Hace
algún tiempo me deleité, y reseñé, el estuche de La
fábrica de vinagre de este mismo
autor. Después leí El ala oeste y La bicicleta epiléptica y pensé que
Gorey tendía a repetirse, a volver a los mismos elementos, a quedarse en una
suerte de formula. Sin embargo, queriendo enseñar algunos libros problematizadores
a una nueva amiga, me di en la tarea de pedir una amplia selección de libros de
Gorey, con el ánimo de mostrárselos y, por qué no, escandalizarla un poco. El
chasco terminó siendo para mí, pues no es posible, de ninguna manera es
posible, hacerse la idea completa de un autor tan sólo a partir de la lectura
de dos o tres de sus libros.
Amphigorey además recoge en un
solo volumen 17 obras ilustradas de Gorey, 17 obras a cada cual más bizarra que
la anterior, más compleja, única. Por supuesto que las obras de Gorey tienen
claros hilos identificatorios, sería casi imposible dejar de reconocer su
particular forma de ilustrar, plena de detalles, conformando cada una como si
fuera una suerte de grabado, plena de detalles y características minúsculas,
como si Gorey odiara el vacío. El otro hilo conductor, es sin ninguna duda la
extrañeza. Cada página de las obras de Gorey parece esconder algo más, insinuar
algo inquietante.
De
otro lado, la obra de Gorey pasa de lo lúdico a lo siniestro a lo inquietante a
lo francamente incomprensible, algunas veces todo ello en u solo volumen. Quizá
son estas características las que hacen necesario que cada quien se sumerja en
él y extraiga sus propias conclusiones.
Como
elemento particular añadiré que se trata de una edición bilingüe, por
infortunio en formato vertical, cuando la obra de Gorey se ha editado por lo
general en formato apaisado que permite mejor su lectura. Sin embargo, la
selección de los textos es tan variada que ese elemento termina pasándose por
alto.
Hay que leerla. Plena de detalles. hay que leerla.
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