Autor: Salman Rushdie
Traducido por: Javier Calvo
Editorial: Seix Barral
Recomendado para: Grandes
lectores
Novela
La obra más recordada de Salman Rushdie es Los versos satánicos, la cual le costó
que el mismo Ayatola Homeini le pusiera precio a su cabeza. Ignoro si en algún
momento Homeini o alguno de los islámicos que no han permitido a Rushdie vivir
sin estar atento a lo que pasa a su espalda, ha leído la novela como lo que es,
una obra de ficción. Una compleja obra de ficción que habla sobre el bien y el
mal y su relativización por parte del ser humano, en el que el capítulo del Arcángel
San Gabriel, Mahoma y el copista que intercala versos a su arbitrio en el
Corán, es más una alegoría a la capacidad de tergiversación del ser humano
frente a lo que se encuentra, que una acusación frente a la fe musulmana. Pero,
por supuesto, como todo en literatura, esta es solo la interpretación de un
lector. Recuerdo, eso sí, a Los versos
satánicos como una obra compleja, divertida y poderosa, más por la forma en
que se personifica a Shaitan (estuve más de su parte, pobre tipo) y al Ángel
Gabriel, que por el episodio de marras.
Casi treinta años después, y con otras
publicaciones realizadas, Rushdie presenta Dos
años, ocho meses y veintiocho noches, título en apariencia muy valorado por
la crítica, que alude de manera directa a uno de los mayores clásicos de la
literatura universal, Las mil noches y
una noche. Sin embargo, esta obra de Rushdie dista mucho de la tradición
oral de Medio Oriente.
Dos
años, ocho meses y veintiocho noches es una obra desigual, aunque cuenta
con bellos episodios y uno de los mejores arranques que he leído en mucho
tiempo. La obra narrada, desde un futuro muy lejano, narra el acontecimiento
conocido como La extrañeza, en donde
los yinns, pertenecientes a Peristán, el mundo de las Hadas, Fantasía, se
desatan en una lucha contra nuestro mundo, al que pretenden subordinar. Solo
algo puede impedírselos, la descendencia de la Princesa Centella, quien mucho
tiempo atrás estuvo en la tierra, se enamoró de un hombre y con él tuvo una
larga y vasta descendencia conocida como la Duniazada. De fondo también se
encuentra la lucha de la religión contra la filosofía, de la fantasía contra el
mundo de la razón.
La obra expone una gran galería de
personajes, insinúa un enramad complejo de relaciones que no terminan de
forjarse o aclararse. Hay instantes preciosos, hay instantes confusos y en
muchos casos innecesarios, como las constantes reiteraciones a las relaciones
sexuales de los yinns, quienes se interesaban mucho en tener relaciones
sexuales porque les gustaba mucho tener relaciones sexuales, en cualquier forma
que ellos desearan tener (Creo que ya se entiende la idea). Con todo, la obra deja un sabor agridulce en
la boca, como si una gran oportunidad hubiese sido desperdiciada. Así, de alguna manera el lector comprende porque Borges
no escribió nunca una novela, porque hay algunas ideas que son más poderosas
condensadas, y que con muchas páginas una buena esencia se puede desvanecer.
Ufff... parece difícil.
ResponderEliminar