UN MONSTRUO VIENE A VERME


Autor: Patrick Ness a partir de una idea de Siobhan Dowd
Traducido por: Carlos Jiménez Arribas
Editorial: Penguin Random House Grupo Editorial
Recomendado para: Jóvenes lectores
Novela

     Maldito y puto cáncer. Aún el día de hoy, con todos nuestros avances y descubrimientos, los males de antaño se siguen cerniendo sobre nosotros y permanecen inaccesibles. Acostumbran a saber los que saben, quienes conocen el ancho mundo, que allá, en oriente, los hombres aprenden a relacionarse con la muerte desde el principio y a aceptarla como una parte esencial de la vida. No soy un hombre sabio, por supuesto, nada más lejos de serlo; aun así puedo aceptar la idea de la mortalidad. Sin embargo, cuando hablamos de cáncer, hablamos también del sufrimiento que conlleva, tanto a quien lo padece como a quienes le rodean. No creo que sea en vano que en los tiempos de antaño siempre aparecía en los obituarios una frase que rezaba algo así como, “falleció después de padecer una penosa enfermedad”. No creo que se hiciera por vergüenza, sino por impotencia. Hoy en día se han cambiado un poco las tornas, pero aún sigue venciendo; la criatura inmunda aún sigue enseñando sus dientes.
     ¿Y si fuera tu madre quién tuviese cáncer?, ¿y si te llamaras Conor?, ¿y si tuvieras trece años?, ¿y si guardarás aún la esperanza de poder vencer?, ¿y si un monstruo viniera a verte?
     De acuerdo, creo, con Eco, en La historia de la fealdad, un monstruo es todo aquello desproporcionado, todo aquello que se sale de lo normal. Así, un hombre alado resulta tan terrible en su naturaleza como una criatura de un solo ojo o una mujer con serpientes por cabello. Quien visita a Conor no es menos desproporcionado,
¿Qué quién soy? – rugió de nuevo -. ¡Soy la espina dorsal que sostiene las montañas! ¡Soy las lágrimas que lloran los ríos! ¡Soy los pulmones que respiran el viento! ¡Soy el lobo que mata al gran ciervo, el gavilán que mata al ratón, la araña que mata a la mosca! ¡Soy el gran ciervo, el ratón, la mosca que son comidos! ¡Soy todo lo que no está domesticado y no se puede domesticar! – Acercó a Conor uno de sus ojos!-. Soy esta tierra salvaje, y he venido a por ti, Conor O’Malley. (p. 43)

     Así, Conor se enfrenta al segundo terror más grande que puede enfrentar en sus trece años de vida. Por supuesto, cuando te enfrentas a lo salvaje, una de las únicas formas de sobrevivir es dejar que tu propio salvajismo salga a flote y se prepare a luchar contra lo inevitable de la única forma que los seres humanos sabemos hacerlo: a golpes, dentelladas e historias.
-         - Todo eso suena a cuento de hadas –dijo Conor con                  desconfianza.
-                                 -  No dirías eso si oyeras los alaridos de un hombre atravesado      por una lanza –dijo el monstruo-. O sus gritos de terror            mientras lo despedazaban los lobos (p. 60)
               
El monstruo proviene de Fantasía, por supuesto; de esa Fantasía de la que hablaba Tolkien, de ese Peristán del que escribe Rushdie, y eso quiere decir que se atiene a sus propias reglas y su propio poder. En ese sentido, Un monstruo viene a verme es una historia poderosa, una de esas historias que vale la pena leerse. A pesar del dolor y de la impotencia. A pesar de las lágrimas.
Uno de esos relatos que, sin duda, hace parte del Pequeño teatro de la crueldad.   

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