Autora: Wislawa Szymborska
Traducido por: Manel
Bellmunt Serrano
Editado por: Ediciones
Alfabia
Recomendado para: Grandes
lectores
No ficción
Escribir reseñas puede verse hoy como un
oficio en decadencia, más aún cuando la escena audiovisual, con sus vítores,
fanfarrias y entusiasmo, parece robarle protagonismo al formato alfabético,
desplazando la atención del objeto reseñado al reseñador. Aunque, por supuesto,
siempre ha de tenerse en cuenta que entre más alto sea el ethos del reseñador, en más valía suele tenerse la reseña. Con
todo, hay algo que no se suele discutir, la mayor parte de los libros reseñados
son literarios. Por supuesto, no podríamos esperar que una escritora como
Wislawa Szymborska hiciese lo que haría la mayoría.
Lecturas
no obligatorias. Prosas, parte de la idea de reseñar todos aquellos libros
que suelen venderse antes que las grandes obras literarias. Es decir, el
equivalente en nuestros países a los libros de autoayuda, de mándalas, de
cocina y agendas, entre tantos otros. Así, Szymborska fija sus ojos en libros
sobre animales, moda, biografías de personajes históricos y buenas costumbres
entre tantos otros. A tanto llega su exuberancia y buen humor, que entre las
páginas del libro aparece una reseña acerca del calendario,
No
deja de ser un libro, después de todo, y bastante gordo, ya que no puede tener
menos de trescientas sesenta y cinco páginas. Llega a los quioscos en una
edición que alcanza los tres millones trescientos mil ejemplares, por lo que se
convierte en el mayor best-seller. (Szymborska, 2009, p. 74)
Con
todo, no debe considerarse que el tratamiento de las obras reseñadas sea
superfluo, a pesar de los diferentes temas y de la sencillez en la forma en que
los trata, Szymborska no se amilana al decir que no terminó de leer aqueste
libro o de señalar las fallas de aqueste otro. Sin embargo va más allá,
aprovecha la temática de los libros reseñados para lanzarse en disquisiciones
acerca de lo divino y lo humano, de lo cotidiano y lo sencillo, con ojos de
poeta, con ojos de mujer.
Quizá
una de sus mayores pruebas de genialidad, es que un lector tan lejos de
aquellas publicaciones reseñadas en gusto, en espacio y en idioma, desgrane una
a una las páginas del libro sonriendo ante cada frase y cada alusión que lo
llevan a sus propios jardines interiores.
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