Autor: Evelio Rosero
Editorial: Planeta
Recomendado para: Jóvenes
lectores
Novela
En la actualidad Colombia vive uno de los
momentos más importantes de su historia, y debe tomar una decisión entre firmar
los acuerdos que finalizan uno de sus conflictos más antiguos, o, por el
contrario, se reafirma en él, legitimando, de paso a quienes tanto daño le han
hecho en los últimos 50 años. Así, el país se está dividiendo – de nuevo la
patria boba- entre quienes defienden el Sí y quienes defienden el No. Es quizá este
el momento más adecuado para leer Los ejércitos
de Evelio Rosero.
En Los
ejércitos Rosero nos presenta a Ismael y su esposa Otilia. Él, un mirón irredento;
ella, avergonzada de su comportamiento, le recrimina de manera constante por lo
que hace. No son un matrimonio perfecto, por supuesto, son un matrimonio que
está más allá de las pequeñas mentiras propias de quienes se están enamorando y
en cambio asumen al otro de frente, reconociéndolos sin desengaños. Una sombra
del pasado se cierne aún sobre el pueblo, y el autor juega a ser elusivo con
ella. No le interesa que haya claridad sobre la potencia del ejército invasor,
el que hubo y el que ahora comienza a acercarse –quizá sean el mismo, quizá
no-, lo que importa es que se acerca. Lo que importa es que destroza todo a su
paso.
En medio del enfrentamiento Otilia e Ismael
se separan, y ambos se buscan con desconcierto, confusión y ansiedad, mientras
a su alrededor los ejércitos se buscan, se asedian y se confrontan.
En algún momento, cerca del final, sucede
un dialogo que refleja la naturaleza brutal de los sucesos:
- Venga con nosotros, profesor. Lo mencionaron en la
lista. Oímos su nombre. Cuidado. Su nombre estaba allí.
¿Por qué preguntan los nombres? Matan al que sea, al
que quieran, sea cual sea su nombre. Me gustaría saber qué hay escrito en el
papel de los nombres, esa “lista”. Es un papel en blanco, Dios. Un papel donde
pueden caber todos los nombres que ellos quieran. (Rosero, 2014, p. 171)
Y más
adelante, cuando los invasores ya han hecho suyo el pueblo:
(…)
se alejan a grandes zancadas, con la madre detrás, las manos agitándose, la voz
desquiciada. ˂˂Les falta matar a Dios˃˃ dice con un chillido.
˂˂Díganos
dónde se esconde madrecita˃˃ le responden. (Rosero, 2014,p. 176)
El final,
si se arriesgan a él, es justo, es preciso, es sincero y real, como solo
nuestra historia puede serlo. Haga el lector los balances respectivos…
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