Autor:
Julio Cortázar
Editado
por: Aurora Hernández y Carles Álvarez Garriga
Editorial:
Alfaguara
Recomendado
para Jóvenes lectores
Libro
académico
En algunas ocasiones me sucede que me
apetece un libro pero no me apetece comprarlo. Es decir, el libro está ahí,
servido, lo tomo, lo huelo, lo hojeó, lo llevo de camino a la caja y de repente
dudo. No me decido. Curiosamente termino llevando un libro que he leído con
anterioridad o no llevando nada. ¿Será lo
suficientemente bueno?, me pregunto. Suele ocurrirme con mayor frecuencia
aún con libros que no son novelas o cuentos; con la poesía, con el teatro, con
los libros académicos. Y casi siempre, por fortuna, el tiempo se encarga de
decirme que soy un zopenco y que debí haberme llevado ese libro, aunque fuera
para dejarlo madurando en los estantes a la espera de poder ser leído.
En este caso, Clases de literatura. Berkeley, 1980, se me impuso en la biblioteca
de Nathalie López, una amiga bibliotecaria y promotora de lectura, quien me
había invitado a la despedida de su viaje a Europa. Fue entonces cuando
encontré el libro y decidí que era tiempo de leerlo, tiempo de reencontrarme
con Julio Cortázar.
Hablar
de Cortázar suele ser hablar de experimentación, de juego, de irreverencia; es
hablar de magia y hablar de cronopios; es hablar de ternura y de un hombre que
vivió a través de la literatura.
En 1980 Julio Cortázar dictaría en Berkeley
un seminario dedicado a la literatura en el que con paciencia y dedicación se
dedicó a desbaratar sus propios escritos para mostrarle a su auditorio la
manera en la que estaban construidos sus cuentos y novelas, su literatura. Así,
el seminario estuvo dividido en ocho clases que abordaron temas como Los caminos de un escritor, El cuento
fantástico, El cuento realista, la lúdica y el erotismo. Ocho clases en las
que Cortázar viviseccionó sus relatos para mostrar sus entresijos y la manera
en la que él entendía la literatura.
A este respecto, hay que entender que
Cortázar tiene para quienes lo hemos leído dos grandes divisiones en su
literatura, antes de la revolución cubana y después de la revolución cubana.
Cortázar propone en cambio una división de tres períodos en su camino de
escritor, una etapa estética, una metafísica y una histórica, siendo esta última
la que identificaríamos como posterior a la revolución cubana, la que algunos
denominarían comprometida, y a la que el mismo Cortázar reconoce como
comprometida pero lejos de ser panfletaria, al menos de la forma en que
nosotros lo identificaríamos.
Hay que decir que si leer el texto de
Cortázar es un placer, haber existido a una de sus clases debió haber sido
inolvidable. Cada una de los capítulos sigue una lógica pausada, que permite al
lector redescubrir la literatura latinoamericana como un hecho histórico natural, que no podía ser de otra forma. En
contraste, el volumen ofrece dos apéndices que corresponden a dos conferencias
ofrecidas en la universidad durante su estadía y que sólo puedo calificar de
pesada, incluso artificiosa, lejos de la espontaneidad que manejaba en el aula
de clase.
Así, Clases
de literatura. Berkeley, 1980, es una excusa magnífica para revisitar a
Cortázar, tanto el académico como el lúdico.
P.D. Como
cosa curiosa, Cortázar no dedicó una sola palabra a su poesía.
Hay que leerlo.
ResponderEliminarVolviste. Se te extrañó.
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