Escrito
por Haruki Murakami
Traducido
por Gabriel Álvarez Martínez
Editado
por Tusquets Editores
Recomendado
para Jóvenes lectores
Novela
Desde que me acuerdo he envidiado de alguna
manera a quienes saben bailar. Si para la música soy sordo, la consecuencia
lógica es que tenga para el baile tenga dos pies izquierdos. Además, mi capacidad de coordinación para el baile se
acerca muy fuertemente a la de los peces. Con todo, sé apreciar la belleza del
baile, ya sea como actividad lúdica o de cortejo. Quien baila, entiende que ese
acto es una forma de imponerse al mundo, de comunicarse con el universo.
Después de haber leído 1Q84 y Crónica del pájaro que
da vuelta al mundo, recuerdo haber querido leer Baila, baila, baila, sin éxito alguno. En diversas ocasiones lo
pedí prestado, quise comprarlo, e incluso lo descargué, pero siempre había algo
que se interponía entre él y yo. Hasta ahora.
Durante los últimos años, se ha considerado
a Murakami como un fuerte candidato al Premio Nobel de Literatura. Sin embargo,
por razones desconocidas –tal vez su enorme popularidad sea una de ellas- han
preferido dárselo primero a un músico que a él. Sin embargo Murakami no se
amilana. Ya en De lo que hablo cuando
hablo de escribir expresa su firme opinión acerca de la escritura y los
premios.
Baila,
baila, baila, hace parte del primer ciclo de novelas de Murakami, cuando
escribía en primera persona, y fue escrita en 1988, aunque en español solo vio
la luz en el año 2012 (Curiosamente La
caza del carnero salvaje fue lanzada por Tusquets en el 2016 –Anagrama,
1992-, siendo escrita en 1982). Esta novela abordada desde diversos puntos de
vista: realismo mágico, romance, fantasmas, novela negra e incluso Bildungsroman –novela de aprendizaje-. Son
estos dos últimos los abordajes que me interesan. El protagonista de Baila, baila, baila, desprovisto de
nombre, tiene que encarar una situación de su pasado, y para ello tendrá que ir
resolviendo una serie de pistas –naturales y sobrenaturales- que le van
guiando. En su camino las mujeres son una constante –incluyendo una relación
ambigua con una niña de trece años-; crítica de forma reiterado al sistema en
el que se encuentra inmerso e intenta ser consecuente a nivel ético. Como Bildungsroman, por otro lado, el
protagonista, un hombre apático, desconectado de su entorno, sin un sentido
claro que lo oriente, siente que algo le llama, que alguien llora por él, y que
debe enfrentar su propio pasado para construirse un futuro.
Por supuesto, el elemento natural se encuentra
en esta novela, materializándose en la forma del hombre carnero –una reminiscencia
de La caza del carnero salvaje-,
quien da el mandato que origina el título, que metaforiza la búsqueda del personaje
principal, y que nos recuerda a los
lectores, que el baile es uno de los motores del universo. “Pero no queda más
remedio que bailar –prosiguió el hombre carnero. Y hacerlo lo mejor que puedas.
Deslumbrando a todos. Si lo haces así, quizá pueda ayudarte. Así que baila,
baila mientras no cese la música”. (p. 110)
Un elemento particular que me llamó la
atención, es la fuerte crítica que hace a la escuela como sistema, en general,
y a los padres, en particular. Para ello se sirve de una niña, Yuki, de trece
años con padres famosos – Ame, una fotografa, y Hiraki Makimura (el único
personaje con nombre y apellido en la obra), un escritor que después del tercer
libro se echó a perder-, que es abandonada y, de hecho, puesta en sus manos
para que sea él quien se haga responsable. Si bien la relación entre Yuki y el
protagonista sin nombre es ambigua a ojos occidentales, también nos permite
comprender que la crisis de la paternidad es algo que no pertenece solo a
nuestra cultura.
Todos estos elementos, entre muchos otros,
en mayor o menor rango, constituyen a Baila,
baila, baila en una obra muy poderosa, con algunas pocas páginas que
sobran, que mantiene el interés constante del lector, al paso que busca vincularlo
con su propia búsqueda interna. El lector de Murakami encuentra los elementos
prototípicos del autor, y quien no lo ha leído se encuentra con una novela
brillantemente entretejida que bebe de muchas fuentes para construir una grandiosa
particularidad.
Gracias por tu reseña, hasta ahorita no he leído a Murakami porque no se por donde comenzar, ciertamente creo que por su popularidad no ha obtenido el nobel, sabemos que el snobismo está a todo vapor y cualquier cosa popular de inmediato significa "de baja calidad", y a veces sucede pero lo de Bob Dylan fue ir demasiado lejos en mi opinión.
ResponderEliminarSaludos.
https://laletracomoalimento.blogspot.mx/
Leído.
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