Autor:
Steven Galloway
Traducido
por: Núria Salinas Villar
Editado
por: Quinteto
Recomendado
para jóvenes lectores
Novela
Los libros se instalan de manera diferente
dentro de ti. Hay los que son una risa permanente, los que pasan sin que te des
cuenta, aquellos que se deben compartir y discutir, algunos otros que se deben
dejar asentar; también están los vergonzosos, los placeres culpables, aquellos
que son considerados un gasto de papel; están también aquellos a los que se
acuden, los que son lanzados por las ventanas de los autobuses, los que se usan
como papel higiénico; y, por supuesto, aquellos que te obligan a rumiar sus
páginas, aquellos que se asientan en tu alma. El violonchelista de Sarajevo es uno de estos últimos.
Conocí el libro de Steven Galloway de
manera accidental en una lista de intercambio de libros digitales. Durante días
lo leí en la pequeña pantalla de mi celular, y una vez terminado me puse en la
tarea de conseguirlo. Algunos años después – atravesando incluso la
desaparición de la editorial que lo pública- hace parte de mi biblioteca.
El
violonchelista de Sarajevo es la historia de los civiles que estuvieron
atrapados en el asedio a Sarajevo que tuvo lugar entre 19992 y 1996. Una de las
historias, que es la fábula central de este relato, es la de un
violonchelistas, quien después de haber sido testigo de cómo una granada cegó
la vida de 22 personas, tomó la decisión de tocar 22 días seguidos el Adagio de
Albinoni (https://www.youtube.com/watch?v=XMbvcp480Y4),
un día por cada una de las víctimas. Sin embargo, y a pesar de lo que se podría
considerar, en lugar de ser protagonista directo, el violonchelista se
convierte en la fuerza secreta que impulsa la vida de los habitantes de
Sarajevo, en especial de tres personas: Dragan, Kenan y Flecha, habitantes de
Sarajevo, atrapados en la ciudad que intentan vivir, y que encuentran la forma
de darle un sentido más alto a sus vidas a través de la valentía del abandono, la
entereza y el honor. “No hay héroes, no hay villanos, no hay cobardes. Sólo hay
lo que puede hacer y lo que no puede hacer. Hay lo correcto, lo incorrecto, y
nada más. El mundo es binario. Los matices llegarán más tarde”. (p. 216)
De esta manera, cada uno de estos
personajes, con el Adagio de Albinoni de fondo, va transformando su vida,
encontrando una fuerza que los anima a continuar, a mantenerse, a pensar en un
futuro en donde valga la pena reconstruir esa ciudad. Dragan lo vive de manera
íntima, personal; en tanto Kenan y Flecha lo viven de manera más social y
política. Se dan cuenta de que a pesar de todo, hay quienes se lucran y
engordan en medio de la miseria de los demás.
Los
hombres de las montañas han creado muchos monstruos (…) y no todos están en las
montañas. Están los que se creen en posesión de la verdad absoluta sólo por
oponerse a algo malvado. Utilizan esta guerra y la ciudad para sus propios
fines (…) Si es así como la ciudad será cuando acabe la guerra, no merece la
pena salvarla (p. 177)
Así,
El violonchelista de Sarajevo va trazando una reflexión preciosa acerca de
la humanidad y de sus límites, de lo que significa mantener la humanidad
incluso en el más mínimo gesto. No se trata de caballeros y dragones, se trata
de mantenerse erguido aun cuando puedas perder aquello que más atesoras, a
pesar del miedo y de la ira y de la propia mezquindad.
Con todo, no se trata de un libro perfecto,
existen algunos asuntos con el tiempo y la forma en que se maneja este en
relación a las narraciones de los personajes, que parece no ser del todo claro;
hay momentos en que lo personajes de Dragan y Kenan se parecen demasiado. Sin embargo, es un relato que se asienta, que
exige que se le piense, que se le medite, que se le tenga en cuenta, y a medida
que esto se hace, lector y libro se trasforman a su vez.
Por último, no se puede obviar el símbolo
del Violonchelista, decidido a todo, comprometido a todo con tal de cumplir su
propósito, gastando lo más preciado para él -“(…) pero cada vez le resulta más
arduo recurrir al Adagio, aunque se vea obligado a hacerlo, porque sabe que su
efecto es finito. (p. 14)- a través de un gesto que puede parecer inútil pero
que al final tiene la posibilidad de cambiarlo todo, de resucitar el mismo
Sarajevo de antaño.
¿Se vale haber leído la síntesis del libro en "Selecciones"?
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